Tras una primera jornada algo floja por el orballo que cayó sobre Ferrol el viernes por la tarde, el sol quiso salir este sábado para animar la Feira do Libro en el Cantón. Por la mañana hubo mucho ambiente y así lo celebraban dos Pablos devotos de las letras en el puesto que comparten en la plaza de la Constitución: Pablo Quintana, de la editorial Canela de A Coruña, y Pablo Pérez, de la imprenta y editorial Lar de Viveiro, que también tiene librería on line. «O sol animou á xente a vir á feira, nótase que hai moito público lector e moitos viron con vontade de gastar», explica Pablo Quintana tras el mostrador de Canela, una editorial especializada en cultura popular con preciosas joyas de papel como su última novedad, Noa cetácea, un libro que navega por océanos y mares a través de las ilustraciones, poesías y textos de su autor, Xosé Iglesias. «Queríamos darnos a coñecer en Ferrol e a verdade é que fixemos bastantes vendas», coincide Pablo Pérez, de Libros Lar, que durante la mañana despachó varios ejemplares de Eume, Ferrol e Ortegal en acuarelas, de Eduardo Baamonde, y algunos de los volúmenes de las memorias de Rafael Pillado editadas por Fuco Buxán.
Tanto el responsable de Canela como su compañero de Lar son novatos en la Feira do Libro de Ferrol y los dos se muestran encantados con la experiencia. También «feliz» se confiesa González Pérez, de la librería Cartabón de la «Rusia chiquita» —como se conocía antes el barrio de Lavadores de Vigo—, un clásico de la cita en Cantón. «Sempre é un placer vir a Ferrol para reencontrarse con amigos e sacar os libros á rúa. Penso que a cidade está indo para arriba e iso nótase tamén na feira», observa este librero apasionado de su oficio, quien tras cuarenta años al frente de Cartabón junto a su mujer, Maribel Tato, se muestra tan ilusionado como el primer día. «O único que non me gusta dos novos tempos é a burocracia admistrativa e dixital, pero polo demais eu adoro este oficio. Para min isto é como unha droga, unha crenza, unha relixión», comenta al tiempo que reivindica «o romanticismo daqueles libreiros de antes, os do lapis na orella e que poñían os prezos a man».